miércoles, 13 de septiembre de 2017

Visita del Papa en Medellín

Este fin de semana ha sido muy emocionante, lo he pasado en Medellín junto a la profe Alcira y su familia. 
El comienzo del viaje fue duro...¡cinco horas y media por una carretera llena de curvas! Al fin llegamos a Medellín.

Cenamos, nos aseamos un poco y sobre las 8.15pm estábamos en el aeropuerto dispuestos a trasnochar para asistir a la misa del Papa Francisco a la mañana siguiente. Nuestra sorpresa al llegar era una fila kilométrica (sabía que habría gente, pero no pensaba que tanta...), y a pesar de que nos colamos 😐, tuvimos que esperar unas tres horas hasta que ¡al fin entramos! 

La noche fue un poco larga...frío, lluvia, mucha gente (la mayoría acostados en el suelo), y para ir al baño se ponía a prueba nuestro equilibrio esquivando a la gente... 


Pero la espera mereció la pena, llegó el Papa y pudimos disfrutar de una misa preciosa.


Durante la homilía se centró en tres palabras: ir a lo esencial, renovarse e involucrarse. Y lo explicó diciendo que al igual que Jesús, no nos podemos quedar en el cumplimiento de lo "correcto", sino que tenemos que ir a lo esencial, a lo que tiene valor en la vida, y saber escuchar su Palabra a través de las necesidades de nuestros hermanos, ya que nuestra relación con Dios no puede ser un apego frío a normas y leyes, ni tampoco un cumplimiento de ciertos actos externos que no llevan a un cambio real de vida, sino una experiencia viva de Dios y de su amor.
También decía que tenemos que renovarnos, es decir, dejar nuestras comodidades y apegos, aunque esto suponga sacrificio y valentía. 


Y por último, tenemos que involucrarnos, ya que como cristianos debemos ayudar a otros a que sacien su hambre de Dios, su hambre de dignidad, y no impedirles o prohibirles ese encuentro, ya que la Iglesia es de Dios, y todos están invitados a encontrar aquí y entre nosotros su alimento. Esto fue lo que más grabado me quedó, que "la Iglesia es de todos", porque efectivamente, en ese aeropuerto se podía ver el ejemplo, 1.296.000 personas de todas las edades, de distintos lugares del mundo, sin importarnos la lluvia, el frío, ni la espera, allí nos reunimos todos por una razón común, Cristo.


Tras la bendición del Papa fuimos desalojando el aeropuerto y nos fuimos a descansar.


El domingo y el lunes los dedicamos a conocer Medellín, pasear por el centro de la ciudad, ver las "gordas" de Botero, visitar varios centros comerciales e ir al cine.


En resumen... este fin de semana ha sido un verdadero regalo, ya que poder ver y escuchar al Papa en persona y ver cuanta gente es capaz de sacrificarse un poco para saciar su sed de Dios supone "una experiencia viva de Dios y de su amor".


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